Jorge Eligio Méndez
Con acrisolada nobleza impusiste la constancia ética a cada sacrificio para inmolarte como acero inoxidable ante la morbosidad desenfrenada que despiertan “los intereses creados” que superan en la estación de la cordura a Jacinto Benavente.
Y tú, como oro en el crisol, levantaste con hidalguía indomable le esencia de “Dios, Patria y Libertad”; para transitar a otra vida colmada de inefables dulzuras para quiénes, como tú, siempre perdonando a “impostores o insensatos”, eleva tu alma consumido por el todo hacia un paraíso que no se ensoberbece en la prosperidad ni se destila con la traición ni se atemoriza con el propio aliento ni con la esperanza de la muerte; porque en lo tangible tu eternidad es la serenidad del gozo de fe que nutriste con el amor a los demás como única pasión de trascendencia humanamente intangible, pero posible.
Fuiste un canal excelso de vida que con fidelidad honraste el epílogo “… guarda el orden y el orden te guardará a ti”.
Apreciaba la renovación humana desde la templanza que se cultiva con humildad… en ti no existía la prepotencia que rompe el hilo conductor de la identidad entre el bien y la generosidad.
Ni egoísmo, ni ironía cobijaron el techo de tu vida; y hoy, como unción de fortaleza, miramos desde el firmamento.
En ti se albergaba una sinceridad inusual para un humano que con fina delicadeza en el trato actuaba como la suavidad del viento que con fidelidad rompía la oscuridad porque estaba purificado contra la maledicencia y vacunado contra el resentimiento.
“… Hoy tu vida en la Tierra es cosa del pasado, pero aquí comienza de nuevo. No te prometo un mañana, porque hoy durará eternamente, y, como todos los días serán el mismo, no habrá nostalgia por el pasado. Has tenido tanta fe, tanta confianza, tanta fidelidad…” que, como afirma Eben Alexander, será fuerza de luz, integridad, eternidad.
(Administrador general de COOP-HERRERA, abogado, politólogo)
(Arte tomado de nota luctuosa de ADOMPRETUR)
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