El inicio del mes de agosto fue bendecido para la Federación de Cooperativas Metropolitanas con la develización en su fachada de la tarja en bronce que recuerda el rol del Padre del Cooperativismo, el padre Pablo Steele.

La invocación estuvo a cargo de la licenciada Altagracia Ferreras, ex presidenta de COOPROENF y del Comité de Vigilancia de FEDECOOP.

A media mañana, delegaciones de diversos organismos cooperativistas, tanto federaciones como cooperativas lideres del sector, se hicieron presentes y quienes la moderadora Yudelka Báez Gómez, le ofreció a bienvenida a FEDOCOOP.

La semblanza del Padre Pablo fue leída por el maestro cooperativista José Joaquín Rosario, quien destaco la trayectoria de sacerdote de la orden de los Scarboros, designado por su superioridad en 1958.

“Es nuestra gran guía”

El presidente de la Federación de Cooperativas Metropolitanas sostuvo que el Padreo Padre Harvey Pablo Steele, sigue siendo una luminosa guía en la construcción de una sociedad dominicana y Latinoamérica más justa, por la vía transformadora del cooperativismo.

 

El doctor Manuel Enrique Quiñones manifestó en exclusiva a El Cooperador, que el acto de este primero de agosto al develizar esta tarja, se hace el homenaje que merece un personaje fundacional del sector.

“El padre Pablo Steele nos ha dejado un legado que inicio con su entusiasmo y su visión y el aporte de conceptos que formaron a los primeros cooperativistas” dijo Quiñones.

¿Quién era Pablo Steele?

Harvey Steele nació en Sydney, Nova Scotia, Canada, el 3 de Mayo de 1911; llegó nuestro país la víspera del Día de Nochebuena de 1946, siendo un joven sacerdote de 35 años de edad. Luego de un proceso de conocimiento de la gente en las parroquias asignadas en  Monte Plata y Boyá,  comenzó su trabajo cooperativo, a mediados de 1947.

En 1948 fue requerido por su Superior para trasladarse a Santo Domingo y dedicarse a la promoción cooperativa a nivel nacional.

Sus enseñanzas estaban se fundamentaban en la búsqueda de la justicia social que contiene el reconocimiento de lo que a cada uno corresponde legítimamente en función de su dignidad humana, y  la participación de todos los miembros de la sociedad en todas las riquezas económicas, culturales y espirituales de ésta, en proporción al esfuerzo personal.

Fuente: Lic. Ignacio Miranda (Fundación Humanismo Integral).

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