Alfredo José Martín
La filosofía cooperativa contenida en sus principios y valores traza pautas para el desenvolvimiento y comportamiento de las personas e instituciones que adoptan está doctrina como norma de vida, esto quiere decir que las acciones de los cooperativistas deben servir de modelo en el propósito de fomentar el crecimiento y desarrollo de los individuos, de la entidad asociativa y de sus comunidades, procurando la satisfacción de sus respectivas necesidades.
Lo dicho anteriormente sintetiza la razón fundamental para la creación y existencia de estas instituciones de la economía solidaria.
Toda doctrina filosófica conlleva normas morales y éticas para todos los que decidan aceptar sus postulados.
Esto quiere decir que todo aquel que se considere cooperativista tiene que estar dotado de una actitud propositiva para fomentar la creación de un clima que permita aceptar a los demás tal como son sin ningún tipo de discriminación; la cooperativa y sus socios tienen que ser tolerantes ante la disidencia, respetando las decisiones que se tomen siguiendo los lineamientos legales y estatutarios, participando de forma responsable, autónoma e independiente en los procesos de toma de decisiones.
Tiene que asumir y cumplir sus compromisos con los servicios; propiciar el diseño de programas de educación cooperativa que propendan a la formación y capacitación integral de sus socios y directivos acordes a los planes de la entidad; demostrar con hechos que le importan y preocupan las necesidades de otros socios para cooperar con la búsqueda de soluciones, estimular y apoyar la colaboración con otras cooperativas en la solución de problemas comunes; además debe demostrar su compromiso con la protección del medio ambiente y la mejora de su comunidad.
Los cooperativistas deben practicar el cooperativismo, demostrando que cumplen con los principios y valores que definen esta filosofía sin que su comportamiento deje dudas de su condición, contrario a esto viene ocurriendo desde hace unos años que se observan en nuestro sector comportamientos de socios y directivos que distan mucho de los dictados de la doctrina cooperativa.
Ante esto debemos hacernos algunas preguntas como las siguientes:
¿Cuál es el fundamento social del cooperativismo?
¿Cuál es el rol de los socios y directivos de las cooperativas? ¿Qué papel deben desempeñar los organismos de integración en el mantenimiento de la esencia cooperativa?
¿Los socios y directivos deben tener un comportamiento pasivo y contemplativo, sin asumir una posición participativa y propositiva en defensa de la esencia doctrinaria?
¿Existe la necesidad de evaluar el comportamiento ético y moral de los cooperativistas?
Luego de darle respuestas a estas preguntas debemos hacernos otras, como son:
¿Se hace necesario rescatar la ética y la moral cooperativa?, ¿Podemos mantener una actitud indiferente, asumiendo que todo marcha bien?
¿Sabemos las causas de ese comportamiento?
¿Tenemos diseñado un régimen de consecuencias ante estas acciones?
Ha de entenderse que el comportamiento ético de los cooperativistas debe ser natural, espontaneo y estar basado en la solidaridad, ayuda mutua y espíritu humanista para garantizar la sustentabilidad, sostenibilidad y visibilización del movimiento cooperativo como opción a la solución de los grandes problemas sociales, económicos y culturales de la sociedad.
Para definir el Ser o no Ser sugiero al lector hacerse estas preguntas: ¿Mis acciones y comportamiento son las de un cooperativista?
¿Cuál es mi actuación cuando observo un comportamiento no cooperativista? Al final lo que importa es si soy o no soy cooperativista, ahí está la cuestión.
La cantidad de respuestas afirmativas o negativas definirán el devenir del cooperativismo en el país.
Comenta con Facebook