Al abrir espacios para la juventud, las cooperativas no solo aseguran su continuidad, sino que también se alinean con las demandas de un mundo cada vez más dinámico y conectado.
Dr. Eider Sánchez
En la República Dominicana, el sector cooperativista ha sido un pilar fundamental en el desarrollo social y económico. Sin embargo, enfrenta un desafío crítico: la incorporación efectiva de las nuevas generaciones en sus estructuras de liderazgo y gestión.
Durante los últimos 10 años, diversas investigaciones y datos institucionales han evidenciado una participación limitada de los jóvenes en los órganos de decisión y control, lo que pone en riesgo la sostenibilidad y relevancia de las cooperativas.
Un ejemplo concreto de cómo abordar esta situación es la Cooperativa Vega Real, reconocida por su enfoque en el empoderamiento juvenil. En su VI Asamblea de Jóvenes Reales, celebrada en 2022, la cooperativa eligió un comité de jóvenes líderes, quienes ahora tienen un rol activo en la toma de decisiones.
Este esfuerzo demuestra que es posible construir estructuras inclusivas, aunque requiere compromiso y estrategias claras.
Asimismo, el Comité Nacional de la Juventud Cooperativa (CNJCOOP) ha implementado programas de formación que preparan a los jóvenes para asumir roles de liderazgo, pero todavía queda mucho por hacer para lograr una transición generacional masiva y efectiva.
Otro caso emblemático es el programa “Campo Joven” del Banco Agrícola de la República Dominicana (Bagrícola), que busca asegurar el relevo generacional en la producción agropecuaria, un sector donde las cooperativas tienen fuerte presencia.
Hasta la fecha, ha financiado 217 proyectos liderados por jóvenes con una inversión que supera los RD$82 millones, incentivando la participación de las nuevas generaciones en actividades productivas.
Este modelo demuestra que los programas de apoyo financiero pueden ser un incentivo clave para el relevo generacional en las cooperativas rurales.
A pesar de estos avances, las barreras persisten. Las generaciones mayores que tradicionalmente han liderado las cooperativas tienden a resistir los cambios, temerosas de perder el control o de que los jóvenes carezcan de la experiencia necesaria.
Además, existe una desconexión entre las expectativas de los jóvenes y las prácticas tradicionales del cooperativismo. Los jóvenes buscan organizaciones dinámicas, tecnológicas e innovadoras, mientras que muchas cooperativas aún operan bajo modelos rígidos y conservadores.
El futuro del sector cooperativista dominicano depende de su capacidad para adaptarse. La tecnología puede ser una herramienta clave en este proceso, facilitando la participación de los jóvenes a través de plataformas digitales para la gestión y toma de decisiones.
Por ejemplo, integrar soluciones de blockchain para garantizar transparencia, implementar aplicaciones móviles para gestionar operaciones y promover actividades en redes sociales puede modernizar las cooperativas y hacerlas más atractivas para las nuevas generaciones.
En este contexto, la reflexión es clara: el relevo generacional no es solo una necesidad estructural, sino también una oportunidad para transformar el movimiento cooperativo. Incorporar a los jóvenes en roles de liderazgo no debe ser visto como un reto, sino como un paso esencial para garantizar la innovación, sostenibilidad y relevancia del sector.
Al abrir espacios para la juventud, las cooperativas no solo aseguran su continuidad, sino que también se alinean con las demandas de un mundo cada vez más dinámico y conectado.
Si el movimiento cooperativo logra superar las barreras actuales y aprovechar el potencial de las nuevas generaciones, podría convertirse en un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible para el país. De lo contrario, corre el riesgo de perder su relevancia, dejando de ser el motor de cambio social y económico que históricamente ha representado. El tiempo para actuar es ahora, y el relevo generacional es el camino hacia un cooperativismo renovado y fortalecido.
Por el Dr Eider E. Sánchez
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