Mensaje del Rafael Narciso Vargas, presidente Cooperativa La Altagracia INC

Durante las últimas dos décadas el sector cooperativo dominicano se ha ido fortaleciendo como un instrumento económico, social y empresarial que cada día más ciudadanos lo aprecian y optan por afiliarse a los distintos tipos de cooperativas para solucionar sus necesidades y aspiraciones de crecimiento y desarrollo. Esta es la razón que explica el permanente crecimiento del número de cooperativas, socios, patrimonio y activos.

La confianza y credibilidad ganada a través de las mejores prácticas de gestión y de gobernanza cooperativa debemos consolidarla en la medida en que vamos obteniendo nuevos niveles de desarrollo, evitando confundir el crecimiento desmedido, sin planificación y sin control con lo que debe ser sostenible y sustentable. El falso paradigma de que el crecimiento de los activos transmite una fortaleza hacia la sociedad y a las demás cooperativas es uno de los riesgos que debemos de evitar para no incurrir en prácticas lesivas a un sano conocimiento institucional.

A mayor crecimiento, mayores riesgos enfrentan las organizaciones cooperativas. Riesgos que son internos y externos y van desde la confusión y superposición de los roles en el organigrama de la estructura de gobierno y operativa, hasta la competencia desenfrenada de sectores adversos que aprovechan cualquier ruido para potenciar las debilidades del sector cooperativo, respecto a la protección y salvaguarda de los intereses de los socios ahorristas.

Cuando hablamos de superposición de roles es obvio que nos referimos al comportamiento equivocado de algunos presidentes de consejo de administración que se consideran propietarios de las decisiones operativas y quieren dirigir los procesos administrativos y de gobierno como si se tratara de empresa de su propiedad, excluyendo las decisiones colectivas de un órgano de gobierno colegiado como lo es el consejo de administración. Por otro lado subsiste la tendencia en algunos gerentes de cooperativas de suplantar las funciones de los directores de los consejos de administración tomando decisiones estratégicas y normativas que no le corresponden.

En la situación que describimos en el párrafo anterior se incuba una desagradable amenaza contra la estabilidad y permanencia en el tiempo de las empresas cooperativas en las cuales perviven esos comportamientos, ajenos a las buenas prácticas de gobernanza y gobernabilidad. Lo aconsejable es que se destierren oportunamente  esas actuaciones a fin de evitar escándalos reputacionales derivados de la falta de atención oportuna de servicios a los socios.

Es imperativo que todos los grupos de interés que cohabitan dentro de las cooperativas jueguen el rol definido en la Ley 127/64 y su Reglamento 623/86, la Ley  31/63  que instituye al IDECOOP, el Estatuto Social, los manuales, reglamentos, políticas y procedimientos, a propósito de garantizar que cada quien participe de acuerdo a sus responsabilidades y no haga del anarco cooperativismo una praxis que como advertimos es un factor de auto destrucción institucional.

 

Desde los órganos de representación, defensa y acompañamiento del sector, léase CONACOOP y las distintas Federaciones deben implementarse programas de fortalecimiento institucional en forma sistemática, no ocasional, ni esporádicas a sus cooperativas afiliadas que presentan  mayor cantidad de activos, para que se construya o fortalezca la cultura de los controles internos, la gestión de riesgos integrales, diferenciación de los roles administrativos y de gobierno, gestión oportuna del crecimiento a través de planes estratégicos ecuánimes, importancia de análisis del estrés financiero, independencia del auditor interno, participación del Consejo de Vigilancia en la salvaguarda de los intereses de las cooperativas, entre otros múltiples temas que son necesarios para evitar el colapso de algunas cooperativas que puedan presentar parte de la problemática aquí tratada.

FOTOS DEPARTAMENTO COMUNICACION Y MERCADEO CLA.

 

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