Por Félix J. Cristiá. Martínez, Director Ejecutivo, Confederación de Cooperativas del Caribe, Centro y Suramérica (CCC-CA).

RESUMEN: No podemos pecar de ingenuos pensando en las vacunas como la única solución. Las consecuencias económicas, sociales y políticas las veremos más adelante. Es importante tenerlo claro para evitar equivocaciones y frustraciones, no actuar con base a falsas expectativas, por lo que debemos estar comprometidos para confrontar las debilidades.  Como sector cooperativo: Hemos demostrado su fortaleza en momentos históricos de gran rigor, con entereza ética y moral marcadas por la transparencia.

Iniciamos el presente artículo con una reflexión de los autores Xavier Guilhou y Patrick Lagadec, que ya a principios de este siglo advertían:

“La crisis es el accidente más la desestabilización. Combina el desencadenamiento de dificultades, el desorden en el funcionamiento de las organizaciones y divergencias en cuanto a las opciones fundamentales.  Con la crisis, la cuestión de la información del público se vuelve central.  No se trata solamente de aplicar soluciones listas para ser empleadas en problemas definidos.  Será preciso legitimar la propia acción, mantener la credibilidad, hacer gala de eficacia en la ayuda a la población.”

Ahí está el dilema cuando se trata de identificar crisis con oportunidad. Pero no es tan sencillo. A partir de la década de 1980 la deriva neoliberal pretendió que la humanidad escogiera entre dos polos: la individualidad y la solidaridad, que fue en realidad una falacia.

Las crisis que se sucedieron demostraron la debilidad del modelo; y con cada crisis el modelo cooperativo salía más fortalecido por su ética, transparencia y porque ofrecía soluciones válidas. Con la crisis del Covid-19 se revivieron las tensiones por las distintas visiones de mundo, en que la visión prospectiva del cooperativismo y las tesis de la cooperación surgieron como correctas.

En abril de 2020, 1600 millones de niños y jóvenes estaban fuera de la escuela; y 369 millones de niños que dependen de los comedores escolares tuvieron que buscar otras fuentes de sustento diario. Es obvio una alteración de su aprendizaje y un cambio drástico en sus vidas, especialmente las de los más vulnerables y marginados.

El tema es muy importante para el cooperativismo por ser la educación su regla de oro. Más aún que la supervivencia y resiliencia dependería de las posibilidades de la educación a distancia, el acceso a la tecnología y los niveles de conectividad.

ANTE IMPACTOS EVIDENTES: APRENDER DE LA EXPERIENCIA

La pandemia tendrá efectos futuros devastadores. Enfrentaremos impactos estructurales en todos los órdenes de la vida: humano, sanitario, económico, ambiental, social, político, organizacional. Y además tenderemos que interiorizar que el Covid-19 no fue la primera pandemia ni será la última. Los virus, así como otros organismos patógenos, mutarán y variarán, y serán fuentes de nuevos contagios y crisis sanitarias.

Las cooperativas demostraron estar en la primera línea de apoyo a sus miembros y sus comunidades. La experiencia como organizaciones económicas con un alto contenido social fue determinante. ¿Pero están las cooperativas preparadas para continuar estando a la vanguardia como muro de contención ante los efectos que ya llevan dos años?

Ello dependerá de la organización, planificación y compromiso de cada una y de sus lideratos. Así es como se forja el cobre; y el dilema es continuar aprendiendo de la experiencia.

En cuanto al virus, hay que reconocer los factores detonantes de su origen, que podemos resumir, dentro de nuestro principio cooperativo de responsabilidad social, como producto de la degradación y descuido ambiental.

El denominador común de las plagas es el vínculo con los seres humanos, el irrespeto a la naturaleza y el manejo irresponsable de la fauna silvestre, acompañado por la soberbia y el egoísmo, cuyo ejemplo son los que, aún ante el desastre, reniegan de la ciencia, de las vacunas y de su responsabilidad hacia los más vulnerables.

En cuanto a las oportunidades, nos empuja a proponer y a realizar cambios, los que sólo se logran cuando las crisis globales son insostenibles y se transforman en ruptura de las contradicciones.

Vamos a encontrar la convivencia de realidades diferenciadas y la contradicción filosófica. Y también la necesidad de opciones de desarrollo inclusivas a partir de necesidades de las comunidades, que pueden ser provistas por el cooperativismo.

RECOMENDACIONES POST COVID-19 

La coyuntura clama la necesidad de un nuevo contrato social que ponga en la balanza los intereses y necesidades de los seres humanos, la fauna y la flora. El cooperativismo debe dar el paso al frente.

  1. Tomar la batuta para avanzar a un acuerdo global por la ventaja de su filosofía y su práctica, identificando lecciones que la sociedad debería tomar de esta experiencia.
  1. Orientar cómo enfrentar crisis y emergencias futuras por la ventaja que proporciona su vínculo local con las comunidades, así como con los grupos de seres humanos basados en la solidaridad.
  1. Potenciar la cooperación y la colaboración, demostrando su capacidad de reacción.
  1. Insistir para que, ante las crisis, se le tome en cuenta como operador de medidas económicas de emergencia por su alta presencia local, y como parte del cumplimiento del principio cooperativo de responsabilidad social, en que su naturaleza no lucrativa es un valor agregado.
  1. Generar conciencia sobre nuestra vulnerabilidad, por lo que urge definir estrategias hacia consensos sobre las grandes desigualdades y el fracaso del sistema para garantizar derechos fundamentales.

No podemos pecar de ingenuos pensando en las vacunas como la única solución. Las consecuencias económicas, sociales y políticas las veremos más adelante. Es importante tenerlo claro para evitar equivocaciones y frustraciones, no actuar con base a falsas expectativas, por lo que debemos estar comprometidos para confrontar las debilidades.

Por tal razón, el cooperativismo tiene que hacer énfasis en sus fortalezas y publicitar su participación en las políticas públicas del país y de sus comunidades.

Como parte de la sociedad:

  • Resaltar su presencia y su papel activo en la sociedad civil y la economía social.
  • Hacer valer su rol y compromiso en sus comunidades.
  • Exigir que se las tome en cuenta por los gobiernos y comunidades para abordar soluciones a los grandes problemas.
  • Comunicar la gran importancia de la acción local a través de las cooperativas.

Como sector resiliente:

  • Ha demostrado su fortaleza en momentos históricos de gran rigor.
  • Se le reconoce su entereza ética y moral marcadas por la transparencia.
  • Puede dar respuestas acertadas, romper la fragmentación y contar con estructuras con más incidencia, potenciadas por la gran cantidad de miembros en la base.
  • Genera acciones de desarrollo sostenible.
  • Puede potenciar la identidad cooperativa no sólo como su fortaleza sino de apoyo a la sociedad.
  • Puede prestar su apoyo inclaudicable al papel de la ciencia en el debate público.
  • Resaltar su naturaleza no lucrativa para el cuido y salvaguarda de los haberes colectivos.

Como aliado del desarrollo:

  • La crisis puede ser potenciador para unificar la agenda económica y social local por el desarrollo.
  • Se debe rechazar un escenario de volver a lo mismo para que todo siga igual.
  • Es un instrumento efectivo de una política pública contra la pobreza que se disparará con la crisis.
  • Debe reclamar respuestas al Estado ante la necesidad de mayores servicios que se requieran.

Como generador de políticas públicas para la acción local:

  • Deben reclamar su excelente posición para estimular la actividad económica local, empleos e ingresos ante la situación de incertidumbre.
  • Deben plantear su perenne contribución a la actividad local.
  • Deben señalar su facilidad para movilizar recursos de la población local.
  • Pueden generar proyectos Estado-cooperativismo, siendo conveniencia política para aprovechar ventajas para generar acción productiva.

CRISIS Y RUPTURA: DESAFÍOS – ¿QUÉ HACER? 

Obviamente nos encontramos en un escenario de ruptura, vista como “discontinuidad de los procesos y las secuencias” [un “antes” y un “después”]; y que ya no habrá vuelta atrás.

Las cooperativas tienen que convertir la crisis en oportunidades: y la experiencia demuestra sus posibilidades con variados ejemplos. Se debe actuar con cautela y, por ejemplo, deben dar especial atención al aislamiento de las mujeres, que han visto su posición afectada en el mundo laboral, pero también que se las ha regresado a sus casas y a labores domésticas y de cuido.

Para el cooperativismo es continuar haciendo lo que le dictan los valores y principios cooperativos, ahora ante las nuevas necesidades e imperativos:

Estar alerta para cumplir y satisfacer necesidades de miembros con sensibilidad y responsabilidad.

  • Fortalecer los mecanismos de participación ante la imposibilidad de la actividad presencial.
  • Avanzar con vigor y sin pausa en la gestión del conocimiento.
  • Actualizar las bases de datos y de información cooperativa.
  • Potenciar la integración cooperativa económica y social.

Punto aparte requiere la atención al nuevo papel y funciones de la TECNOLOGÍA y la TELEMÁTICA:

  • Las nuevas condiciones nos obligan a recurrir a la tecnología para mantener la comunicación, el contacto y la vinculación al mundo institucional, profesional y laboral, además de humano.
  • Hay que avanzar a la innovación adoptando y adaptando nuevas herramientas tecnológicas.
  • Hay que potenciar la capacitación técnica para que el talento humano tenga un conocimiento más amplio sobre su área de trabajo, nuevas condiciones del mercado, de los avances tecnológicos de su sector económico o posición laboral dentro de la cooperativa.

En este nuevo universo, es imperativo sacar el máximo beneficio de las herramientas que provee Internet y las alternativas que se abren para compensar las limitaciones de la formación tradicional, en algunos casos para sustituirla, resultado que aún es prematuro para pronosticar. La realidad es que ahora Internet ofrece opciones y posibilidades no previstas hace poco tiempo.

En especial potencia la formación y capacitación a distancia, permitiendo una conexión inmediata y fácil acceso a una mayor cantidad de personas, siempre y cuando estén disponibles las herramientas y metodologías, con la ventaja de no tener que trasladarse a un edificio físico específico.

Aunque en algún momento futuro tengamos las posibilidades para regresar a los estadios previos a la pandemia, en cuanto a condiciones materiales objetivas, los nuevos conocimientos y la adaptación a las tecnologías no harán viable restaurar los anteriores patrones de conducta.

Definitivamente no existe ningún curso formal o informal, seminario o taller que garantice a sus participantes el aprendizaje si no van acompañados por la apertura a la práctica para poder enfrentarse al mundo profesional en las nuevas condiciones. La experiencia es esencial, más aún en las nuevas condiciones en la que son imprescindibles la ciencia y la tecnología.

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